• 1. Dios Crea el Mundo
• 2. La familia de Dios
• 3. Sacar de lo malo algo bueno
• 4. Moisés
• 5. El pueblo de Dios
• 6. Héroes de Dios
• 7. La nación de Dios
• 8. ¡Problemas!
• 9. Canciones y dichos
• 10. Los mensajeros de Dios

• 11. Jesús, Hijo de Dios
• 12. Lo que dijo Jesús
• 13. Lo que hizo Jesús
• 14. El gran plan de Dios
• 15. Los primeros cristianos
• 16. Buenas noticias para todos
• 17. Pertenecer a Dios
• 18. Vivir según la voluntad de Dios
  • 86. Liderazgo de la iglesia
  • 87. Pertenecer a Dios
  • 88. Trabajar para Dios
  • 89. La palabra de Dios
  • 90. ¡Estad preparados!
• 19. Siguiendo a Jesús
• 20. Siempre con Dios

Ayuda y Entrenamiento

Comienza

En cada esfera de la vida, los líderes marcan la diferencia. A medida que la iglesia crece, el buen liderazgo se convierte en un tema importante: se necesitan líderes que aseguren que seguirán siendo fieles a su llamada como pueblo de Dios. Estos deben ser personas de buena reputación: el carácter es clave y Pablo pone alto el listón (1 Timoteo 3: 1-13).

Una de las tareas clave del líder es asegurar que aquellos en la iglesia entiendan bien la verdad, y que se centre en las Escrituras (2 Timoteo 3: 14-17). Pablo estaba pensando en el Antiguo Testamento, pero también podemos incluir legítimamente el Nuevo Testamento.
El propósito de la enseñanza no es para el aprendizaje académico. Es para asegurarse de que ellos saben en qué creen. Los líderes deben cuidar de la iglesia (1 Timoteo 3: 5). La enseñanza debe ser relevante y abordar los problemas que causan dificultades en la iglesia (1 Tesalonicenses 4: 13-5: 11). Hubo una gran cantidad de especulaciones sobre el regreso de Jesús, particularmente cuando sucedería. Pablo quiere que sus lectores entiendan que este emocionante evento definitivamente tendrá lugar.

Liderar, en cualquier capacidad, es un llamamiento elevado (1 Timoteo 3: 1), pero no es una tarea fácil. Implica trabajo arduo y estudio diligente (2 Timoteo 2). Los líderes deben dar ejemplo a la iglesia (1 Timoteo 6: 3-21). Quizás ellos serán llamados a sufrir (2 Timoteo 3: 10-12; 4: 6-8).
Pablo describe los altos estándares que se esperan de los líderes de la Iglesia, en términos de rasgos personales de carácter y asuntos familiares, así como su reputación dentro de su comunidad local.