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Desafío 14 : El gran plan de Dios

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La respuesta de Dios al pecado y al fracaso de la humanidad se encuentra en la cruz de su Hijo, Jesús. Cada uno de los Evangelios dedica una gran cantidad de espacio a la última semana de la vida de Jesús. Esto, como lo había reconocido y enseñado, era el punto hacia dónde encaminaba su vida. Esta fue la culminación del plan de Dios, el momento que a lo largo del Evangelio de Juan se ve como el momento de gloria (por ejemplo, Juan 12: 20-36).
La intimidad de la última Cena es frágil, marcada por la presencia del traidor. A pesar de saber esto, Jesús sigue con la idea de celebrar la Pascua con Judas... y con Pedro, aun sabiendo que lo negaría más tarde. Proporciona un vínculo clave con los modelos de salvación del Antiguo Testamento. Jesús es el sacrificio de la Pascua por excelencia que garantizará la liberación de hombres y mujeres del poder del pecado. También hay ecos del Siervo Sufriente de Isaías 52: 13-53: 12 (Juan 18:22; 19: 3).
A pesar de todo, Jesús es el Hijo obediente que, aunque podría retraerse del destino que le espera, no lo hará porque así es como Dios, Padre, Hijo y Espíritu lo han determinado. En ningún momento Jesús es una víctima involuntaria. Él voluntariamente va a la cruz, bebiendo la copa de la ira de Dios contra el pecado (Lucas 22: 39-46). Él es crucificado y muere, pero no en la derrota: está hecho es su último grito de victoria; el precio ha sido pagado en su totalidad. El cuerpo de Jesús es tomado de la cruz y sepultado.
El domingo por la mañana, se encuentran que la tumba está vacía. La resurrección de Jesús es la vindicación de su muerte, la confirmación de su victoria. Este hecho también fue anticipado en las Escrituras hebreas (Juan 20: 9).

Su última aparición a los discípulos incluye la promesa del Espíritu Santo, su comisión de ser sus testigos, y luego su ascensión al cielo, con la promesa de un ángel de que él regresará de la misma manera en que lo has visto irse. Habiendo regresado al Padre, y con su obra completa, él reina en gloria y envía a sus seguidores al mundo (Juan 20: 21-23, Hechos 1: 8).